Hay quienes convierten la observación de aves en un verdadero reto: viajan miles de kilómetros, siguen rutas específicas, llevan registros detallados y compiten por ver quién logra identificar más especies en un año. A esa travesía le llaman The Big Year. Cada ave nueva se convierte en un “Lifer”, una primera vez que se celebra como un logro.
Nos encanta esa pasión, pero en Xinalani creemos en una versión distinta del birdwatching: una que no busca récords, sino presencia, silencio y asombro.
Recientemente batimos un récord local: 42 especies diferentes observadas en una sola salida. Desde la elegante espátula rosada y el curioso bobo de patas azules, hasta la majestuosa fragata, la colorida guacamaya militar y el diminuto búho pigmeo ferruginoso.
Cada encuentro fue un momento de sorpresa, de pausa, de admiración. Porque observar aves no es solo mirar: es dejarse maravillar.
Mientras algunos cruzan países enteros en busca de su próxima especie, en Xinalani basta con sentarse en una silla plegable, escuchar el rumor del río y dejar que la naturaleza se acerque. Aquí, el birdwatching se convierte en meditación.
No hace falta anotar cada nombre, ni contar cada especie. Solo respirar, observar y disfrutar. Y quizá, entre la selva y el mar, encuentres tu propio Lifer: ese instante en el que algo te hace mirar con nuevos ojos.
En Xinalani, la naturaleza no se persigue ni se colecciona: se contempla.
